“Jaime no mostraba agrado por nosotros su familia, él nunca nos dio un beso, un abrazo, sonreía poco, hoy si él así lo siente te puede llenar de besos, abrazos y son los más dulces del mundo.
Hemos aprendido como familia a darle valor a lo verdaderamente importante, cada logro de Jaime nos llena de alegría y satisfacción, tomar un color, aprender a brincar, tomar agua en un vaso... son cosas comunes para muchos pero para nosotros valen oro.
Arena en nuestra vida y la de nuestro hijo es una bendición, es una esperanza de que Jaime será un joven autosuficiente.”